La hipertensión arterial consiste en un aumento crónico de la presión arterial, que, si no se controla, puede ocasionar accidentes cardiovasculares, como el infarto de miocardio o trombosis cerebral.
Es una enfermedad que no se manifiesta con síntomas (denominada "asesina silenciosa"), y que tiene como principal y primera consecuencia el endurecimiento de las paredes de las arterias, volviéndose más gruesas, dificultando el paso de la sangre. Este fenómeno se llama arteriosclerosis, que se diferencia de la aterosclerosis; enfermedad que afecta a las arterias, producida por un exceso crónico de los niveles de colesterol sanguíneos, que se depositan formando placas de ateroma, en las arterias, que dificultan el paso de la sangre por éstas.
Numerosos estudios afirman que, existen ciertos factores desencadenantes de hipertensión, que pueden ser modificados para conseguir un reducción en la presión arterial. Entre estos factores modificables encontramos; el sobrepeso u obesidad, inadecuada alimentación, sedentarismo, estrés, tabaquismo y alcoholismo, etc. Aunque, es cierto que, existen otros factores desencadenantes de hipertensión que no se pueden modificar, como son la herencia genética, el sexo, la edad, presencia de otras patologías cardiovasculares, etc.
Como medidas principales preventivas y de tratamiento de la hipertensión arterial, encontramos;
- Reducción del peso y/o mantenimiento de un peso, dentro de unos valores considerados como normales, según estatura y constitución corporal. El sobrepeso y la obesidad son factores de riesgo para desarrollar hipertensión arterial.
- Dieta equilibrada y saludable, rica en verduras y frutas, cereales integrales, carnes y pescados magros, lácteos desnatados, aceite de oliva y frutos secos. Se debe reducir el consumo de sal (concretamente, de sodio), presente en alimentos procesados, precocinados y preparados para el consumo, patatas chips, etc.
- Practicar ejercicio físico aeróbico moderado, como pasear, caminar, pasear en bici, baile, natación, etc., al menos durante 30 minutos, todos los días de la semana. De este modo conseguiremos mantener (o reducir) el peso corporal y mejorar la circulación sanguínea.
¿Cómo se mide la presión arterial?¿Qué valores indican una hipertensión arterial?
La presión arterial se mide mediante un tensiometro, en milímetros de mercurio (mmHg), el cual nos da información sobre; la presión sistólica (valor más alto), que indica la presión de la sangre del corazón a los vasos sanguíneos, y la presión diastólica (valor más bajo), que indica la presión de la sangre de los vasos sanguíneos al corazón.
- Presión arterial normal; menor o igual a 120/80 mmHg.
- Prehipertensión; de 120/80 hasta 139/89 mmHg.
- Estado 1 de hipertensión; 140/90 hasta 159/99 mmHg.
- Estado 2 de hipertensión; 160/109 hasta 179/109 mmHg.
- Estado 3 de hipertensión; mayor de 179/109 mmHg.
¿Puede ser que cuando vaya al médico tenga valores de tensión más altos que cuando me los mido en casa?
Sí, este fenómeno se denomina "hipertensión de bata blanca", y se produce, normalmente, cuando visitas al médico o especialista para medirte la tensión. La presión arterial aumenta por nervios del paciente ante la presencia del médico. Por lo que, se recomienda que los pacientes con hipertensión, se revisen 1 vez por día, en casa, los valores de tensión y los anoten, para informar al médico en su próxima visita.
Y, ¿cómo afecta el consumo de sal en la tensión arterial?
La dieta baja en sal es recomendable hasta en persona no hipertensas. Un exceso en el consumo de sal afecta a la tensión arterial por dos motivos principales;
- En condiciones normales, cuando se eleva la tensión arterial, una terminación nerviosa situada en la arteria aorta, envía señales a las neuronas que producen vasopresina (denominada "hormona antidiurética") para que dejen de liberarla, y se reduzcan los valores de tensión altos. Cuando el consumo de sal es excesivo y continuado, se produce un cambio bioquímico en las neuronas que afecta a la producción de vasopresina, manteniendo los niveles de tensión altos.
- Por otro lado, un consumo excesivo de sal, favorece la retención de líquidos, por lo que aumenta la presión arterial. Esto también afecta al funcionamiento del corazón y vasos sanguíneos, lo que aumenta el riesgo de accidentes cardiovasculares.
Se deben consumir menos de 5 gramos de sal por día, y es recomendable mantener una buena hidratación, para combatir la retención de líquidos, con un consumo de entre 1'5 y 2 litros de agua al día y 1 vaso con infusión diurética, por día, como; cola de caballo, diente de león, limón y jengibre, etc.
¿Y el consumo de café?
Respecto a la creencia de que el café ocasiona hipertensión arterial, cabe decir que no está demostrada está relación entre el café y la hipertensión. Si bien es cierto que la cafeína estimula el sistema nervioso, y que en exceso puede producir nerviosismo, que conduzca a una elevación de la tensión arterial de forma momentánea, no está demostrado que el café ocasione hipertensión crónica.
Se recomienda un consumo de entre 1 y 3 tazas de café al día, tanto para hipertensos como para personas sin hipertensión arterial. Aunque, también sería recomendable, que en personas nerviosas y con cierto grado de estrés, se sustituya el café tradicional por café descafeinado, con menor contenido en cafeína.
El café solo causa un aumento momentáneo de la presión arterial, mientras que demasiada sal en una dieta puede llevar a una hipertensión permanente. La hipertensión es una condición de salud grave por sí misma pero, a su vez, es la causa de muchos otros problemas de salud, como ataque cardíaco e insuficiencia cardíaca, problemas de visión, problemas con la memoria, demencia e impotencia, por nombrar solo algunos. Las personas mayores, en particular, deben evitar una dieta alta en sal, ya que son el principal grupo de riesgo para la mayoría de estas afecciones.
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