Los aditivos alimentarios se definen como "cualquier sustancia, que, normalmente, no se consuma como alimento en sí, ni se use como ingrediente característico en la alimentación, independientemente de que tenga o no valor nutritivo, y cuya adición intencionada a los productos alimenticios, con un propósito tecnológico en la fase de fabricación, transformación, preparación, tratamiento, envase, transporte o almacenamiento tenga, o pueda esperarse que tenga, directa o indirectamente, como resultado que el propio aditivo o sus subproductos se conviertan en un componente de dichos productos alimenticios".
De una forma sencilla, consideramos que un aditivo alimentario es una sustancia que se añade al alimento o plato, para mejorar y/o mantener sus características organolépticas y nutritivas.
Aunque se piensa que los aditivos alimentarios son un producto moderno, ya desde épocas muy antiguas existían y se utilizaban como tal. Se emplean desde que el hombre empezó a conservar su cosecha y productos de caza y pesca, para mantener su alimentación en épocas más frías, mediante el salazón y el ahumado. Los egipcios, también, utilizaban colorantes y aromas para realzar el atractivo de diversos alimentos; junto con los romanos que utilizaban la salmuera, especias y colorantes para conservar y mejorar la apariencia de ciertos alimentos.
Aún así, es bien cierto, que en la actualidad, la tecnología es mucho más sofisticada en cuanto a la fabricación, obtención y adición de los aditivos alimentarios, pues no se utilizan técnicas tan rudimentarias como las de nuestros antepasados.
¿Cómo clasificarlos?
Cuando observamos un etiquetado nutricional, donde, por ley (al menos en la Unión Europea) deben estar reflejados todos los aditivos alimentarios utilizados y presentes en el producto alimentario final, tendremos que los aditivos se denominan mediante el Número E.
El Número E se construye con la letra E, en mayúsculas, delante de un número de tres cifras, normalmente, que va desde el número 100 al número 999 (ejemplo; E954 sacarina). Es una forma práctica, sencilla y rápida de identificar los aditivos alimentarios, permitidos en la Unión Europea, sin distinción de idiomas.
- Del número 100 al 199; se identifican los colorantes. De 10 en 10 si identifican los distintos colores; 100-109 amarillo, 110-119 naranja, 120-129 rojo, 130-139 azul y violeta, 140-149 verde, 150-159 marrón y negro, más del 160 otros colores.
- Del número 200 al 299; se identifican los conservantes. Al igual que con los colorantes, de 10 en 10 se identifican los distintos tipos de conservantes; 200-209 sorbatos, 210-219 benzoatos, etc.
- Del número 300 al 399; se identifican los antioxidantes y reguladores de la acidez. Y del mismo modo, se clasifican los distintos grupos de antioxidantes; 300-309 ascorbatos, 310-319 galatos, etc.
- Del número 400 al 499; se identifican los espesantes, estabilizantes y emulsionantes, como alginatos (400-409).
- Del número 500 al 599; se identifican los reguladores de acidez y pH, como cloratos y sulfatos (510-519).
- Del número 600 al 699; se identifican los intensificadores de sabor, como glutamatos (620-629).
- Del número 900 al 999; se identifican otros aditivos, como los edulcorantes (950-969), formadores de espuma (990-999), ceras (900-909), etc.
Algunos aditivos alimentarios presentan diversas funciones en los alimentos, es decir; por ejemplo, un antioxidante puede tener función de antioxidante y de conservante, en un mismo alimento.
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