La deshidratación es una descompensación de líquidos, en nuestro organismo, que se vuelve muy frecuente en los meses más calurosos del año. Con el calor es fácil que perdamos más líquido del que debemos, sobretodo personas con problemas de termoregulación corporal, como bebés, niños y ancianos. Pero, ¿cómo podemos saber si estamos deshidratados?
La deshidratación se define como un balance negativo de líquidos en nuestro organismo, como consecuencia de una pérdida de éstos, mayor a su ingesta. Según los expertos, podemos clasificar el grado de deshidratación, según el porcentaje de líquido perdido en:
- Leve; entre el 1-3% de líquido corporal.
- Moderada; entre el 3-10% de líquido corporal.
- Grave; más del 10% de líquido corporal.
¿Cuáles son los signos y síntomas característicos de la deshidratación?
Cuando la deshidratación es muy leve, el primer síntoma que aparece es la sensación de sed. En este momento, la persona, además del deseo de beber, presenta una orina escasa de color muy amarillento y olor fuerte.
Más adelante, cuando la deshidratación es mayor (una pérdida de 2% de líquido corporal) la persona presenta confusión, mareos, perdidas de memoria a corto plazo, etc.
Si la pérdida de agua corporal prosigue, la persona se encontrará fatigada y cansada, con sequedad bucal y nasal, dificultad respiratoria, cefaleas severas, entre otros síntomas.
¿Qué consecuencias trae la deshidratación?
La deshidratación provoca diversos daños fisiológicos, que se traducen en distintas enfermedades muy variadas, que pueden, incluso, perdurar en el tiempo; trastornos metabólicos, estreñimiento, infecciones del tracto urinario, formación de cálculos renales, trastornos respiratorios, etc.
¿Cómo podemos, de forma sencilla, conocer nuestro grado de deshidratación?
Además de atender a nuestro estado de consciencia, así como detectar sensación de sed, una forma sencilla de saber que estamos en proceso de deshidratarnos es observar la turgencia de nuestra piel, con un simple pellizco.
En el caso de estar bien hidratados, será difícil pellizcar nuestra piel, y además, ésta volverá a su estado normal enseguida. Mientras que si tenemos cierto grado de deshidratación la piel será fácil de pellizcar, se tornará fina y volverá a su estado inicial de forma lenta.
Para evitar la deshidratación es de vital importancia seguir las siguientes recomendaciones:
- Beber agua regularmente, durante todo el día, entre 1,5 y 2 litros. Es importante destacar que deportistas, empleados con trabajos físicos, ancianos, niños, embarazadas y madres lactantes precisan de mayor cantidad de agua por día, debido a que sus necesidades hídricas son más elevadas.
- Mantener una dieta rica en verduras y frutas. Este tipo de alimento es rico en agua y minerales que ayudan a la hidratación corporal.
- Evitar salir durante las horas del día de mayor calor, mantenerse a la sombra y utilizar accesorios que protejan del sol, como sombreros o gorras.