La anemia es un síntoma propio de una patología hemática, o una manifestación secundaria a otro tipo de enfermedades, caracterizada por un bajo número de glóbulos rojos o hematíes en sangre, o por una disminución de la concentración de hemoglobina sanguínea, por debajo de los niveles considerados normales.
La principal función de los hematíes o glóbulos rojos es transportar el oxígeno, unido a la hemoglobina, hasta los diferentes tejidos corporales, para su oxigenación. Si una persona padece anemia, es posible que se encuentre cansada y pálida, entre otros síntomas como taquicardia y dificultad respiratoria; todo ello, debido a la mala oxigenación corporal, por falta de glóbulos rojos o de hemoglobina.
¿Cuáles son las causas de anemia?
Un déficit de glóbulos rojos, y, a su vez, de hemoglobina, puede deberse a la siguientes causas;
- Producción insuficiente de hematíes, por; déficit de hierro, aplasias medulares, enfermedades reumáticas, e incluso, enfermedades de insuficiencia renal.
- Trastorno en la maduración y desarrollo de los glóbulos rojos en la médula ósea, donde se forman, por; déficit de vitamina B12, déficit de vitamina B9 o ácido fólico, u otras enfermedades hemáticas, como anemias refractarias.
- Destrucción o pérdida mayor de hematíes, por; hemorragias graves o continuas, enfermedades autoinmunes que provocan la destrucción masiva de hematíes (hemólisis) y enfermedades hemáticas de herencia genética.
Y, una anemia, ¿puede llevar a complicaciones graves?
Sí. Cuando una persona padece anemia grave, en la que el número de glóbulos rojos y hemoglobina es bastante reducido, no se lleva a cabo, con normalidad, la oxigenación de los tejidos corporales. Esta situación puede desencadenar un un infarto, en los órganos que presenten menor oxigenación.
Pero, además, en mujeres embarazadas, es importante mantener el número de hematíes y hemoglobina en cantidades normales, puesto que un descenso de estos parámetros puede conducir al desarrollo de bebés pequeños y con bajo peso.
Y, también, conviene destacar que, en los casos en los que la anemia sea síntoma de hemorragia o sangrado severo, es de vital importancia reincorporar al cuerpo la sangre perdida, con la mayor brevedad posible, para evitar consecuencias muy graves, e incluso la muerte.
¿Cómo tratar la anemia?
Cada tipo de anemia debe ser tratada en función de la causa que la provoca, es decir, no todas las anemias pueden tratarse del mismo modo. Cada una de ellas presenta un tratamiento específico.
En el caso de anemia por déficit de nutrientes, tales como hierro, vitamina B12 y ácido fólico, el tratamiento de base corresponde a una dieta rica en el nutriente deficitario, o, en casos de mayor gravedad, se trata al paciente mediante la administración de suplementos alimenticios ricos en el nutriente deficitario.
Alimentos ricos en hierro.
El hierro es un mineral que podemos encontrar en alimentos animales (hierro hemo) y en alimentos vegetales (hierro no hemo), siendo de mayor absorción corporal, el hierro procedente a alimentos animales o hierro hemo. Como alimentos ricos en hierro, encontramos;
- Mariscos de concha; almejas, berberechos, mejillones y ostras.
- Pescado azul; sardinas, anchoas, y boquerones.
- Vísceras; hígado de ternera, morcilla de sangre, etc.
- Carne roja; ternera, caballo, etc.
- Yema de huevo.
- Alimentos vegetales, tales como cereales integrales no refinados, legumbres (soja, lentejas), verduras de hoja verde oscuro (espinacas, acelgas), y frutos secos (pistachos, pipas de girasol).
Para facilitar la absorción de hierro, se recomienda consumir alimentos ricos en hierro junto con alimentos ricos en vitamina C, como kiwi, naranja, limón, etc.
Alimentos ricos en vitamina B12.
La vitamina B12 sólo se encuentra en alimentos de origen animal; en el caso de dietas vegetarianas o veganas, debe suplementarse. Los alimentos ricos en esta vitamina son; carne, vísceras, huevos, lácteos y pescado azul.
Alimentos ricos en ácido fólico.
La vitamina B9 o ácido fólico se encuentra, en mayor proporción, en alimentos de origen vegetal, tales como las espinacas o vegetales de hoja verde oscuro, lentejas, frijoles, espárragos, brócoli, naranjas y cítricos, aguacate, y pan integral no refinado.
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