La "retención de líquidos" (o hidropesía) es la acumulación de líquido en los tejidos corporales, como consecuencia de una o varias enfermedades o alteraciones corporales, normalmente, del corazón, riñones y/o aparato digestivo, o por cambios hormonales y situaciones fisiológicas, sobre todo en la mujer, como la menstruación, la menopausia y el embarazo. Esta acumulación de líquidos se produce, de forma general, en la zona abdominal, aunque también en tobillos, muñecas, brazos y cuello.
Nuestro organismo, a través de hormonas, regula el paso de líquidos en el cuerpo, manteniendo el equilibrio de cantidad y localización de los líquidos corporales. Cuando se origina alguna alteración en el organismo que dificulte el mantenimiento del equilibrio de los líquidos corporales, se desencadena la retención y acumulación de los mismos en las zonas nombradas anteriormente.
¿Cuáles son las causas principales de retención de líquidos "crónica"?
La retención de líquidos "crónica", se puede definir como la retención de líquidos en el cuerpo, mantenida durante mucho tiempo, e incluso, de por vida, y por tanto, excluiríamos la retención de líquidos producida por la menstruación y/o embarazo, entre otros casos, puesto que estas son debidas a cambios fisiológicos y hormonales temporales.
*NOTA: En el caso de padecer una retención de líquidos mantenida en el tiempo, sería conveniente acudir a su médico y/o especialista, puesto que este síntoma indica que existe una elevada probabilidad de que esté padeciendo alguna enfermedad de mayor consecuencia sobre su salud.
Esta forma crónica, puede deberse a factores patológicos y/o hábitos y estilo de vida. Por un lado, los factores patológicos principales que causan retención son la hipertensión arterial, cardiopatías y trastornos circulatorios, en general. Mientras que, el estilo de vida que favorece la retención se basa en el sedentarismo, el estrés, alimentación rica en grasas y sal, la administración frecuente de diversos fármacos y el clima.
Recomendaciones básicas para tratar la retención de líquidos.
- Aumentar el consumo de agua diario, mediante agua en forma de bebida y alimentos ricos en agua, como verduras y frutas frescas (alcachofas, lechuga, sandía, piña). Si no eres muy amante del agua, puedes tomarla en infusiones (como cola de caballo, canela) y/o acompañarla con limón exprimido. Su efecto será mayor cuando se tomen en ayunas.
- Aumentar la actividad física diaria, con deportes de intensidad moderada como caminar o dar un paseo en bicicleta. En casos de sobrepeso grave u obesidad, convendría realizar ejercicios dentro del agua, por menor sensación de pesadez, moviendo las piernas de forma continuada, a baja intensidad.
- Aumentar el consumo de alimentos ricos en potasio, como plátanos, nueces, soja, cacahuetes, acelgas, alcachofas, aguacate, coles de Bruselas, zanahorias y patatas.
- Disminuir el consumo de alimentos ricos en sal, como alimentos preparados y/o precocinados, conservas, alimentos enlatados, salsas industriales, alimentos salados, caldos y sopas preparadas.
- Sustituir la sal común por sal baja en sodio o sal 0% de sodio, y utilizar especias y hierbas aromáticas para dar sabor a las preparaciones culinarias y platos.
- Disminuir el consumo de alimentos ricos en grasas "no-saludables" y azúcares simples o refinados. De esta forma mejorar la salud cardiovascular general del cuerpo.
- Mantener en remojo las verduras y las legumbres, siempre que sea posible, antes de consumirlas y/o cocinarlas, durante al menos 4 o 5 horas, cambiando el agua de remojo cada hora, para reducir las cantidad de sodio de estos alimentos.
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