lunes, 28 de noviembre de 2016

Mito o Verdad: Comer huevos, sube el colesterol.

Es frecuente escuchar que, cuando una persona padece hipercolesterolemia renuncia a los huevos, pues es popularmente conocida la frase de que "Comer huevos, sube el colesterol". 

Pero, ¿qué hay de cierto o falso en ello?

Primero, describiremos que es la hipercolesterolemia, a qué es debida y cuáles son sus consecuencias. 

La hipercolesterolemia, como su nombre indica, es una patología que se caracteriza por la presencia de niveles de colesterol altos en sangre, de forma permanente. Existen factores de riesgo que conducen a hipercolesterolemia, como son; 
  • Obesidad y/o sobrepeso. 
  • Inapropiados hábitos de vida, como; fumar, tomar bebidas alcohólicas, escaso ejercicio físico, e inadecuada alimentación y dieta. 
  • Presencia de otras enfermedades cardiovasculares, como; diabetes mellitus o hipertensión arterial. 
  • Antecedentes familiares, con hipercolesterolemia o enfermedades cardiovasculares. 
¿A qué es debida la hipercolesterolemia?

La hipercolesterolemia puede ser de herencia genética, o, como en la mayoría de los casos, puede ser debida a un inadecuado estilo de vida y alimentación. 

Y, ¿qué consecuencias produce?

La hipercolesterolemia, como tal, no presenta síntomas, más bien se dice que es una "enfermedad silenciosa", pero si conduce a accidentes o enfermedades cardiovasculares más importantes. 
Todo ello es debido a que, cuando una persona presenta niveles de colesterol elevados en sangre, éste puede quedar adherido a las paredes de los vasos sanguíneos, formando una placa de ateroma, provocado un estrechamiento de la arteria o vena. 
Esto, conlleva a una reducción del flujo sanguíneo a los órganos, lo que reduce la cantidad de nutrientes y oxígeno al órgano afectado, y puede producir un infarto o muerte de una parte del órgano. 

Entonces, ¿cómo puedo evitar, dentro de lo posible, la hipercolesterolemia?

Tanto la presencia de otras enfermedades cardiovasculares, como la herencia genética, son muy difíciles de modificar, así que la tarea de un paciente con hipercolesterolemia será cambiar sus hábitos de vida y adecuar su alimentación. 

En cuanto a hábitos de vida, será conveniente reducir o eliminar el alcohol y el tabaco, y aumentar o introducir el ejercicio físico moderado aeróbico, como caminar (que a su vez, también disminuirá el peso corporal). 

Por lo que respecta a la dieta, es ahí donde entra la cuestión de los huevos. 

Los huevos son un alimento rico en proteínas de alta calidad, grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas (con carácter saludable), y colesterol, además de vitaminas, minerales y agua. 

Es el alimento que contiene mayor proporción de colesterol (200 mg de colesterol en un huevo medio), pero diferentes estudios avalados científicamente afirman que el colesterol dietético, es decir, el colesterol que ingerimos, afecta en menor medida a la hipercolesterolemia, que las grasas saturadas (*Nota: siempre en personas sin patologías que alteren los niveles de colesterol)

Por lo que, si bien es cierto, no debemos abusar de más, de entre 3 y 4 huevos medios por semana (en los casos de colesterol sanguíneo alto), no se deben eliminar de la dieta, pues son un alimento muy nutritivo y saludable. 

Más bien, para reducir los niveles de colesterol sanguíneo, la dieta debe ser baja en grasas saturadas y grasas trans (parcialmente hidrogenadas). Por tanto, debemos reducir el consumo de alimentos ricos en este tipo de grasa; lácteos enteros, quesos semicurados y curados, mantequilla o margarina, nata, postres lácteos, pasteles y dulces, bollería, embutidos cárnicos (longanizas, chorizo, morcillas), carnes rojas (cordero, ternera, cerdo), y otros muchos alimentos grasos. Es importante leer bien la etiqueta en productos ya precocinados o preparados, con el fin de reducir la cantidad de grasa saturada o trans. 

Así que, finalmente, podemos afirmar que "Comer huevos, sube el colesterol" es, relativamente, FALSO

lunes, 21 de noviembre de 2016

¿Por qué no se debe comer rápido?

Aunque, en la actualidad, no existan razones científicas que corroboren que comer rápido puede empeorar nuestra salud, es bien sabido que la obesidad se presenta, en multitud de ocasiones, en personas que tienden a comer rápido. 

Pero, ¿comer deprisa conduce a obesidad? o, simplemente, ¿las personas con obesidad, tienden a comer deprisa?

Sea como sea, sí se ha observado que comer rápido, muchas veces, implica un desequilibrio en la dieta, que puede llevar a aumentar nuestro Índice de Masa Corporal (IMC), por aumento de nuestro peso.  Por ello, conviene reducir la velocidad al comer. 

¿Qué ocurre cuando comemos deprisa?
  • Comemos sin pensar. En general, cuando una persona come rápido, no piensa qué se está comiendo. Para ser más correcto, una persona no es consciente de su comida cuando se la toma deprisa. Tomar conciencia de nuestra alimentación, es importante para nuestra salud, ya que recordamos más fácilmente los alimentos ingeridos en comidas pasadas, y podemos organizar nuestra alimentación, hacia una dieta más saludable. Pero, además, es mucho más importante, para nuestra sociedad, pues nuestras decisiones alimentarias tienen efecto sobre nuestro entorno, medioambiental y social ("damos ejemplo, con lo que comemos, y cómo lo comemos"). 
  • Comemos mayor cantidad. Está comprobado que ingerir alimentos de forma rápida, influye de forma negativa sobre nuestra sensación de saciedad, pues cuando comemos deprisa, no proporcionamos el tiempo necesario a nuestro cuerpo para que envíe las señales oportunas que indiquen a nuestro organismo que ya hemos ingerido suficiente cantidad de alimentos, para cubrir nuestras necesidades nutricionales y fisiológicas. 
Por tanto, nuestro cerebro y sentidos deben ser conscientes de lo que se come, y en qué cantidades, para planificar nuestra dieta, hacia un modelo de alimentación más sano, y, además, poder enviar las señales específicas de saciedad a nuestro organismo, y de este modo, controlar la alimentación, en función de las necesidades corporales. 

Al final, en la mayoría de casos, esta forma de ingerir alimentos se traduce en una pérdida de salud, por el descontrol y desequilibrio en la dieta, que conduce directamente al desarrollo de enfermedades graves (hipercolesterolemia, diabetes, obesidad, déficits nutricionales, etc.), por malnutrición. 


¿Cómo podemos mejorar y adecuar la velocidad al comer?
  • Establecer un ambiente apropiado. Es importante evitar distracciones, como comer delante del televisor, utilizar el teléfono móvil, etc., pues, estas distracciones reducen la atención que prestamos a la comida. Además, es de casi carácter obligatorio, sentarse en la mesa para comer, con el tiempo necesario, siempre que se pueda, en el mismo sitio de la mesa, y en ambiente agradable y tranquilo. 
  • Comer en compañía. Se recomienda que, siempre dentro de lo posible, se coma junto con personas, pues al establecer una conversación, es probable que la velocidad al ingerir alimentos se reduzca. Además, las comidas con familia, amigos o pareja suelen ser más agradables y confortantes (menos ansiosas). 
  • Bebe durante la comida. Siempre que no esté contraindicado, es recomendable beber frecuentes sorbos mientras se come, pues reduce la velocidad de ingestión de alimentos. La bebida principal de las comidas debe ser agua, para evitar la adición de calorías en la comida. 
  • Masticar más. Al masticar más los alimentos, tendrás mayor grado de conciencia sobre estos, reducirás la velocidad de ingestión, e incluso, conseguirás mejorar la digestión de los alimentos.
  • Realiza pausas entre bocado y bocado. Parar unos 15 o 20 segundos entre bocado y bocado, reducirá la velocidad de las comidas. Conviene dejar sobre la mesa los cubiertos, o la propia comida (si se toma con las manos), para realizar la pausa.
Y, para finalizar, es muy importante que se establezca un horario de comidas regular, en el que no se sobrepase más de 3 ó 4 horas entre una comida y otra. 

lunes, 14 de noviembre de 2016

¿Qué es la Diabetes Gestacional?

La Diabetes Gestacional se define como un tipo concreto de diabetes, que aparece durante el embarazo. 

Podemos recordar que la diabetes es una enfermedad caracterizada por un nivel de glucemia (glucosa, o azúcar, en sangre) alto y permanente, provocada por una alteración en el transporte y absorción de la glucosa, a la célula, proceso en el que participa la insulina (hormona que regula la glucemia). 

¿Por qué aparece la Diabetes Gestacional? 

La diabetes gestacional aparece debido a una alteración hormonal, en la que las hormonas del embarazo dificultan la acción de la insulina, sobre la glucosa. Con ello, se produce un cambio en el metabolismo de los hidratos de carbono, que tiene como consecuencia un aumento, permanente, de los niveles de azúcar en sangre. 

Cabe destacar que, no aparece en todos los embarazos, pues existen factores de riesgo, que influyen en el desarrollo de esta enfermedad; 
  • Antecedentes familiares con diabetes. 
  • Sobrepeso u obesidad, anterior al embarazo. 
  • Edad (mayor de 30 años). 
  • Diabetes Gestacional en embarazos anteriores. 
  • Abortos de repetición. 
  • Factores que se asocian a una resistencia a la insulina, como la hipertensión, hiperlipemias (colesterol o triglicéridos altos en sangre), ovarios poliquísticos, etc. 
Entre otros. 

¿Cómo se diagnostica la Diabetes Gestacional?

En mujeres con riesgo de diabetes gestacional, es necesario descartar esta enfermedad en el primer trimestre de embarazo, para evitar complicaciones posteriores. Pero, en el caso de no presentar riesgo, la prueba para descartar la diabetes se realizará entre la semana 24 y 28 de embarazo. 

Para ello, se realiza, en primer lugar, el Test de O'Sullivan, una prueba primera en la que se dan 50 gramos de glucosa por vía oral a la paciente (en ayunas), y se mide el valor de la glucemia tras una hora, después de la ingesta. Si el valor de glucemia está por encima de 140 miligramos de azúcar por cada decilitro de sangre (140 mg/dl), se pasa a realizar la prueba de la curva de la glucosa (cuyo nombre real es Test de Tolerancia Oral a la Glucosa, o TTOG). 

El TTOG se realiza con la paciente en 10 o 12 horas de ayuno, y con dieta específica durante tres días previos a la prueba. Una vez la paciente está preparada, ésta ingiere 100g de glucosa y se le extraerá sangre en cuatro ocasiones; 
  • Al llegar, en ayunas. 
  • A los 60 minutos, tras haber ingerido los 100g de glucosa. 
  • A los 120 minutos, tras la ingestión de glucosa. 
  • A los 180 minutos, tras la ingestión de glucosa. 
Un total de tres horas de espera, sin realizar ningún tipo de actividad física (permanecer sentada). 

Tras conocer todos los resultados, se puede diagnosticar o descartar la diabetes gestacional. 
  • En ayunas, la paciente debe presentar un valor de glucemia menor a 105 mg/dl. 
  • A los 60 minutos, la paciente debe presentar un valor menor a 190 mg/dl. 
  • A los 120 minutos, la paciente debe presentar un valor menor a 165 mg/dl. 
  • A los 180 minutos, la paciente debe presentar un valor menor a 145 mg/dl. 
Si los valores de la prueba TTOG aparecen normales, se descarta la enfermedad, y sólo se realiza un nuevo Test de O'Sullivan al trimestre siguiente, para controlar de nuevo los valores. 
En cambio, si existe un valor alterado, se realiza de nuevo la prueba de la curva o TTOG, tras tres semanas después de la primera prueba, sin realizar antes un Test de O'Sullivan. 
Y, si por el contrario, aparecen dos o más valores alterados se diagnostica la diabetes gestacional en la paciente embarazada. 

¿Cuál es el tratamiento para la Diabetes Gestacional?

Existen tres opciones de tratamiento, en función de las características personales de cada paciente;
  • Tratamiento dietético. 
  • Tratamiento dietético, junto con medicación oral. 
  • Tratamiento dietético, junto con administración de insulina. 
Ello dependerá de lo que considere el profesional médico (endocrino). 

Y, en cuanto a la dieta, ¿cómo debe ser?

En general, la alimentación de una mujer embarazada con diabetes gestacional debe ser acorde a las calorías que precisa para el desarrollo del bebé, y suficiente en cuanto a cantidades y a presencia de todos los nutrientes (vitaminas, minerales, proteínas e hidratos de carbono), que deben estar en toda dieta. 

Un consejo para la dieta en la Diabetes Gestacional es; 
  • Controlar los hidratos de carbono de la dieta. Los hidratos de carbono deben estar presentes en toda dieta, pero, en este caso, deben ser controlados en cuanto a cantidad (determinada por el médico o nutricionista) y tipo. Los hidratos de carbono simples, que se encuentran en dulces, azúcar común, refrescos, pasteles, etc. deben ser reducidos o eliminados de la dieta diaria, pues pueden producir picos importantes de glucemia (subidas de azúcar exageradas), que pueden causar alteraciones graves en la glucemia de ese día. Alimentos ricos en hidratos de carbono complejos (recomendados en la diabetes) son; pasta, arroz, legumbres, pan, cereales, patata, y, sobre todo, sus derivados integrales, pues a mayor contenido en fibra, menor es el pico de glucemia. 

IMPORTANTE: Siempre se deben seguir las pautas que nos ha prescrito el médico especialista, pues cada caso es particular. 

Si no se diagnostica precozmente, o no se toma en serio el tratamiento prescrito por el médico, se pueden dar terribles consecuencias, como; 
  • Complicaciones maternas: 
    • Mayor riesgo de cesárea. 
    • Desgarros del periné durante el parto, por el tamaño del bebé. 
    • Exceso de líquido amniótico, con riesgo de que se rompa la bolsa antes de tiempo.
    • Hipertensión y preclampsia. 
    • Parto prematuro. 
    • Diabetes gestacional en próximos embarazos, e incluso, diabetes mellitus tras el parto. 
  • Complicaciones del recién nacido:
    • Macrosomía, o gran tamaño del bebé; que puede conducir a asfixia perinatal, o traumatismos durante el parto (fractura de clavícula). 
    • Hipoglucemia (nivel de glucosa bajo) e hipocalcemia (nivel de calcio en sangre bajo). 
    • Poliglobulia y aumento de la viscosidad de la sangre. 
    • Inmadurez del organismo del recién nacido.
    • Mayor ictericia (alta concentración bilirrubina, más color amarillento de la piel). 

lunes, 7 de noviembre de 2016

Intolerancia a la fructosa, ¿qué es?

¿Qué es la Intolerancia a la Fructosa? 

Una intolerancia alimentaria es una reacción del cuerpo frente a un alimento o nutriente, cuando éste se ingiere, que, en general, conduce a un malestar abdominal, náuseas, vómitos, e incluso, diarrea, que se suele manifestar de forma lenta y discreta, y que conlleva a una desnutrición, y pérdida de apetito y peso. 

En este caso, la intolerancia corresponde a la fructosa. Pero, ¿qué es la fructosa?

La fructosa es un monosacárido que junto con la glucosa, forma la sacarosa o azúcar común, y que, además, se encuentra, de forma natural, en frutas, miel, verduras y algunas hortalizas. 
También, en la actualidad, podemos encontrar fructosa en productos alimentarios elaborados y preparados, como refrescos, fiambres, embutidos, caramelos, bollería, y alimentos con denominación de "sin azúcares añadidos", pues se ha visto aumentado su uso en la industria alimentaria como edulcorante artificial, por su sabor dulce, incluso mayor que el sabor del propio azúcar, y por su efecto conservante

¿A qué se debe esta intolerancia alimentaria?

En condiciones normales, la fructosa se absorbe en el intestino delgado, y tras esta absorción, pasa a la sangre junto con otros tipos de "azúcares". 

En el caso de padecer intolerancia a la fructosa, ésta no se absorbe en el intestino delgado, y pasa al colón donde las bacterias intestinales actúan fermentándola, provocando una liberación de gases, junto con un cuadro clínico de síntomas gastrointestinales (diarrea, dolor abdominal, náuseas). 

Estos síntomas gastrointestinales se pueden presentar en distintos grados, que dependen de cada individuo, y su imposibilidad de absorber la fructosa en el intestino delgado. 

Por tanto, la Intolerancia a la Fructosa, también podría denominarse mal-absorción de la fructosa, o bien, intolerancia intestinal de la fructosa, pues cuando se consume, la persona intolerante muestra un cuadro clínico de náuseas, vómitos, y diarrea, entre otros síntomas estomacales e intestinales. 

¿Cómo sé si padezco intolerancia a la fructosa?

Si frecuentemente presenta el cuadro clínico anteriormente descrito, normalmente, tras comer fruta, azúcar, u otros alimentos con fructosa, es recomendable acudir al médico de cabecera para comunicarlo y tratar de diagnosticarlo, con la mayor brevedad posible. 

Para el diagnostico de la intolerancia a la fructosa se realiza, generalmente, la prueba de hidrógeno del aire espirado; en la que el paciente, en ayunas, ingiere una cantidad de fructosa, y se recoge aire espirado de éste, trascurrido un tiempo. Si se detecta hidrógeno en el aliento, después de una hora tras la ingestión de fructosa, la persona puede considerarse intolerante a la fructosa (*siempre que se descarten otras enfermedades o patologías, con sintomatología y prueba diagnóstica similar).  

Y ahora, ¿qué puedo y qué no puedo comer?

En la intolerancia o malabsorción de la fructosa, la dieta debe ser restringida en fructosa. Es importante saber que, el grado de restricción dietética, variará en función del grado de intolerancia a la fructosa. 

Por ello, los alimentos pueden clasificarse en función del contenido de fructosa: 
  • Alimentos con muy bajo contenido en fructosa (menos o igual a 1 gramo fructosa, por 100 gramos de producto). 
  • Alimentos con bajo contenido en fructosa (entre 1 y 3 gramos fructosa, por 100 gramos de producto). 
  • Alimentos con contenido medio en fructosa (entre 3 y 5 gramos fructosa, por 100 gramos de producto). 
  • Alimentos con alto contenido en fructosa (más de 5 gramos de fructosa, por 100 gramos de producto). 

Si el contenido de fructosa en gramos, no se especifica en el etiquetado, es recomendable recurrir a tablas de gramos de fructosa por cada 100g de alimento, que se pueden obtener de libros, revistas o Internet (páginas de asociaciones de Intolerancia a la Fructosa). 

Siempre tener cuidado con el consumo de frutas, azúcar común, frutas desecadas o deshidratadas, miel, mermeladas, y bebidas y alimentos endulzados o azucarados. Pero, además, tener mucho cuidado con algunos edulcorantes artificiales y algunos medicamentos (fármacos), que pueden contener fructosa. 
  • Edulcorantes artificiales no permitidos: fructosa, sacarosa, sorbitol, y estevia, entre otros. 

Aquí os escribo el enlace de una página web, con un listado de alimentos y edulcorantes, permitidos y no permitidos, en la intolerancia a la fructosa. 
http://www.intoleranciafructosa.com/listado-alimentos-permitidos-no-permitidos-intolerantes-la-fructosa/